Meyer Lansky montó una cadena de lavanderías para blanquear el dinero de la mafia

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El creador del mayor sistema de lavado de dinero del crimen organizado.

Bien por la historia o por el cine, la gente sabe que Al Capone, el ma oso más importante de los Estados Unidos no dió con sus huesos en la cárcel por chantaje o soborno ni por los asesinatos que cometió y ordenó sino por defraudación scal, demostrando que, como hasta hoy, el Tesoro es más fuerte que el propio FBI. Esta situación generó en la ma a una nueva preocupación: había que limpiar el dinero que se obtenía de actividades ilícitas para defenderse de la nueva amenaza que constituía la Hacienda pública.

La solución vino de la mano de un ma oso judío llamado Meyer Lansky quien junto a Charles Lucky Luciano fue uno de los principales referentes del la Ma a durante el siglo XX y el creador de la mayor parte del sistema nanciero de lavado de dinero.

El inicio fue una cadena de lavanderías a través de la cual se hacían pasar ganancias de origen ilícito y se las convertía en utilidades legales de un comercio blanco.
Meyer Lansky nació con el nombre de Majer Suchowliński en Grodno, parte del imperio Ruso, hoy Bielorrusia. En 1910 su familia emigró a los Estados Unidos asentándose en el Lower East Side de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. En la escuela conoció Lucky Luciano y se convirtieron en grandes amigos. Otro gran amigo de Meyer era Bugsy Siegel, los dos formaron uno de los más violentos clanes durante la época de la Prohibición. Lansky era hermano de Jacob “Jake” Lansky, quien en 1959 era el administrador del Hotel Nacional de la Habana, Cuba. Hacia el año 1936 aumentaron el número de lavanderías dado que el ujo de dinero negro aumentaba sin cesar debido a que había Lansky y sus asociados había establecido redes de juego en Florida,Nueva Orleans y Cuba. Durante la década de 1940, el socio de Lansky,Bugsy Siegel persuadió a los jefes de la Ma a en invertir en el nuevo Hotel en Las Vegas el Flamingo . Tras costosos retrasos, el Flamingo Hotel todavía no estaba abierto para negocios. Para discutir la cuestión del Flamingo, la Ma a celebró un cónclave secreto en La Habana en 1947. Mientras los otros jefes pedían asesinar a Siegel, Lansky pedía para su amigo una segunda oportunidad. A pesar de esta oportunidad, Siegel continuó derrochando dinero de la Ma a en el Hotel Flamingo. Una segunda reunión de la familia fue convocada. Sin embargo, a pesar de las advertencias el casino tenía bajas ganancias. Lansky una vez más, con el apoyo de Luciano, convenció a la familia de darle más tiempo a Siegel.

Hyman Roth, personaje cticio de la segunda entrega de la trilogía de El Padrino interpretado por Lee Strasberg, está basado en los últimos años de Lansky. Como Lansky , Roth hacía inversiones en casinos en Cuba que de acabaron con la revolución cubana de 1959. También, a ambos no se les dejaba ir a pasar los últimos años de su vida a Israel. La diferencia es que Lansky murió de cáncer pulmonar y Roth, en El Padrino: Segunda Parte, asesinado.

De esas operaciones de “lavado” de hace casi un siglo llegamos hasta nuestros días, en los que se siguen, con mayor grado de complicación y tecnología las mismas fases operativas.

La fase de colocación es aquella en la que se introducen los fondos ilegales en la economía, poniéndolos a circular a través de instituciones nancieras, casinos, casas de cambio, cooperativas, mutuales, y otras actividades lícitas es expuesta también en El Padrino III, donde hasta el propio Vaticano participó en la cadena. Lejos de ser cción, Coppola dramatiza un escándalo verdadero, el de la logia P2, de Licio Gelli.

La segunda fase es la del ocultamiento. Aquí, la estructura criminal crea una secuencia de operaciones nancieras, industriales y comerciales para di cultar el rastreo de los fondos y de su propietario. Este tipo de actividades es realizado muchas veces en países con muy pocos o nulos controles en lavado de activos.

La última de las etapas es la de la integración e implica la colocación de los fondos de lavado de regreso en la economía en negocios lícitos para crear apariencia de legitimidad, y así facilitar sucesivas operaciones de lavado.

El costo social del lavado de activos es considerable ya que el manejo de grandes cantidades de dinero permite a las estructuras criminales ampliar sus peraciones, eleva los índices de criminalidad y, por consigui ente, los fondos que el Estado debe invertir en seguridad.

 

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